Tuesday, 29 April 2008

Where you actually belong

Caprichito de niña mimada. Esa fue la razón por la cual mis abuelos a muy temprana edad me compraron una cama de bronce -plaza y media, no vaya a ser que la princesita se sienta incómoda- con dosel.

Do-sel.

Cor-ti-ni-ta.

Un poco más y contrataban un paje para despertarme.

Delirios de realeza, como verán, no me han faltado. Como cuando mi abuela me sacaba el pelo de la cara, despejándome esta pequeña frente que Dios me dio, y me mostraba la forma en que nacía mi cabello: “lo ves, sólo la gente de sangre azul tiene pico, como vos”.

Y yo, ilusa, me creí todo.

Hasta que un buen día me di la cabeza, con pico y todo, contra la terrible realidad de buscar laburos de mierda, viajar constantemente en autobús y sobrevivir a diario sin mucama (ni pajes).

Mañana nos vamos a Galicia y todavía me cuesta aceptar que no vamos a alojarnos en el parador de los Reyes Católicos. Porque una parte de mí todavía piensa que me lo merezco.

No, mejor dicho: que es allí donde pertenezco.

La mejor solución para hacer desaparecer esos aires de grandeza tan resistentes será la cachetada del hostal de una estrella que acabamos de reservar.




1 comment:

Anonymous said...

Que lastima, en el parador de los reyes se ve que hay camas con dosel.
Al menos te queda el pico real!