
« Y si no les gusta nada de esto, también hay palta », anuncié.
Pepe y su amiga estaban hambrientos y yo me encontraba frente a mi heladera haciendo una descripción del inventario casero, con la intención de ofrecerles algo digno para picar.
Pepe : ¿Hay qué?
Yo : Palta
Ella : ¿Qué es palta?
Yo : “¿Avocat?”- pronuncié en francés- “¿Avocado?” –intenté en inglés.
Pepe : ¡¿Qué?!
Ella : ¡Señala!
Agarro el fruto verde y se los enseño.
Los dos : ¡Aguacate!
¡Cierto que se decía diferente! ¿Cómo pude olvidarlo? Definitivamente la vuelta va a tener sus complicaciones lingüísticas, pienso, mientras me dirijo hacia el armario para buscar unos frutos secos.
Yo : Y también tengo castañas de cajú, si quieren.
Pepe : ¿Castañas de qué?
Yo: “Cashú”
Ella : ¿De qué estás hablando? ¿Eso es francés?
Saco la bolsa y les muestro el contenido, provocando un ataque de risa casi espasmódico.
Pepe : ¡Anacardos!
Yo : Esa no la sabía! ¿Cómo es?
Ella : A-na-car-dos
Vale. Lesson number two registrada. La número tres la tuve este finde en Galicia, cuando pedimos 'bogavante' para descubrir un marisco nuevo y nos trajeron la langosta de toda la vida.
Metería los tres alimentos en un bowl, les pondría unas hojas de lechuga, una salsita a la vinagreta (o mejor una rosa) y la bautizaría como “Ensalada Misunderstanding”. Sería un éxito rotundo. En todos los idiomas.
1 comment:
A mi lo que mas gracia me hace es que a las fresas les llames frutilla.
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