La carta era de la Oficina de la Comunidad de Madrid relacionada con los servicios de desempleo, convocándome para el día de la fecha en las oficinas de Atocha para « constatar mi identidad ». Me pedían que llevara un documento personal, o bien un contrato laboral a mi nombre (esto último me sonó bastante a trampa, ya que nosotros, los desempleados, carecemos lógicamente de dicho papel).
Fui bien temprano y saqué mi turno (S067) y me senté entre la manada de losers del hall, rodeada básicamente de esa tribu madrileña de gente de escasos recursos, poca higiene, mucho olor a cigarrillo y aliento mañanero violentamente etílico.
Delante mío, un hombre de uñas negras y orejas enormes mataba el tiempo con un extraño tic: le daba la vuelta a su pabellón auricular, estiraba el cartílago al máximo, luego lo enrollaba y después lo volvía a su lugar. Se pasaba el brazo derecho por detrás de la espalda y empezaba otra vez a hacer lo mismo con la oreja izquierda.
Detrás, un par de colombianas se contaban las tragedias familiares de turno. Que la Mari estaba destrozada porque su hijo mayor había vuelto con la ex, “esa fea chupetona”. Que encima que “esa” tenía hijos adolescentes y delincuentes, el fin de semana la encontraron con otro, y que su hijo mayor le perdona todo. Y que se la traía a vivir a la casa de la Mari, con sus criminales-púberes y todo. Y que ya eran como doce durmiendo en “la piecita”.
Dos horas estuve esperando allí, entre arcadas provocadas por el misterioso tic del tipo de delante, y las telenovelas casi radiales de las sudacas. Dos horas hasta que salió mi turno y me recibió una funcionaria pública que venía de hacer su pausa de 40 minutos para desayunar.
Le entregué la carta y mi documento. Y le dije que no entendía lo que pasaba. Ella sonrió y tipeó mi nombre en su ordenador. Mientras los datos cargaban pude leer el cartel impreso por computadora que se asomaba por detrás de ella: “Si hablas, procura que tus palabras sean más bonitas que tu silencio”, rezaba bajo un símbolo smiley.
“Ya está. Puedes irte. Ha sido un error del sistema”, me dijo sonriente.
Yo, obediente, opté por el mutismo…
4 comments:
me encanta como escribis, pero sea ficción o realidad me parece que sos super antipatica y negativa! nunca te pasa algo bueno?
ja! q de la cara este anonimo!
soy romi, tu nº1 fan q se pone al día con el blog.
beso
Agusitaaa!! cuando volves a escribir? dalee que quiero saber mas de tus historias!!
Besos!
¿cuando pensás volver?
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