Thursday, 26 June 2008

Estrellada (Jueves - 4a parte)

Nadie hizo ningún comentario alusivo al incidente del día anterior. Quedábamos cuatro y en los quince minutos antes de empezar con la formación, estuvimos charlando acerca de si valía la pena o no continuar con esto.

Sharon, una americana de mi edad opinaba que sí, que ya habíamos superado demasiadas cosas como para tirarlo todo por la ventana. Samuel, un escosés de unos cincuenta y largos, nos confesó que él seguiría hasta la muerte ya que deseaba con todas sus fuerzas que le asignasen un puesto de profe en Santander, donde se encontraban su hija trabajando desde hace dos años. Mary-Anne, una joven de Liverpool, reconoció que estaba bastante desmotivada y que le había costado mucho levantarse de la cama esa mañana. Yo no dije nada, pero admito que en ese momento tenía más ganas de salir corriendo que de otra cosa.

Para nuestra sorpresa Mr. Black apareció acompañado por un tejano calvo de ojos azules que se presentó como Mr. Robert Star, el dueño y creador de Star Services. Nos habló de su filosofía de vida durante dos horas, y otra más sobre la genialidad del método que él mismo había ideado. Nos dijo que el viernes darían a conocer los nombres de los elegidos, que podíamos ser todos seleccionados como ninguno: “Ya saben que en Star Services nos quedamos solo con los que son excelentes”.

Sharon levantó la mano y le preguntó si él realmente creía que todos los profesores de su plantilla eran sobresalientes. Que cómo hacía Star Services para mantener la calidad de su staff.

“Nos basamos en un constante proceso de evaluación por parte de los clientes. Si alguno de nuestros profesores tiene un promedio menor que cinco –el máximo siendo seis-, sabe que no podrá continuar trabajando con nosotros”

“Y no le parece un poco soberbio el modus operandi de su empresa? Piensa que sus profesores son felices trabajando con miedo?”

Mary-Anne había pronunciado las exactas palabras que mi cobardía nunca me hubiese dejado vocalizar. Mr. Star, perplejo, no pudo contestar.

“No se preocupe, Mr. Star, no me responda”, le dijo Mary-Anne mientras se ponía de pie y levantaba su bolso, “No me interesa lo que tenga que decirme. Me voy: no quiero trabajar para un cerdo tejano como usted”. Y se fue.

Por un momento pensé en ponerme de pie y seguirla, al grito de “O Captain! My Captain!”. Pero no me respondieron las piernas ni la voz, y tuve que abandonar la tentación de interpretar la escenita de “Dead Poets Society” y dejarla en stand-by para otra vida.

2 comments:

Paloma said...

los odio!!! pero bueno ya mañana sabremos!!! que intrigaaaa

Anonymous said...

y Aguuuuus!!! que paso? hoy ya es viernes! quiero sabeeerrr