Monday, 30 June 2008

Invaders

Él viene caminando con dos bolsas de supermercado repletas en la mano. Viste bermudas y una remera demasiado canchera para sus cuarenta y pico años. Pasa por delante de una tienda de estas que venden de todo un poco y que típicamente son atendidas por chinos. En la puerta, por supuesto, se encuentra de pie un asiático vigilando la entrada.


El cuarentón se detiene en cuanto lo ve, se le planta en frente, deja por un instante sus bolsas con la compra semanal en el suelo, lo mira directamente a los ojos y le grita: “Me cago en todos los invasores y en los pueblos que los consienten!”.

Acto seguido recoge sus bolsas y sigue su camino…

Friday, 27 June 2008

Estrellada (Viernes - Ultima parte)



Los nervios me carcomían el estómago y la panza me hacía ruido. Samuel tenía la frente sudada y se mordisqueaba las uñas. Sharon envíaba frenéticamente mensajitos desde su móvil rosita.

Mr. Black llegó y saludó a su petit comité con una gran sonrisa. Nos felicitó por haber llegado hasta el último día y dijo que cualquier cosa que pasara en adelante no debería desmoralizarnos ya que él estaba muy orgulloso de todos nosotros.

Su palabrerío me sonó hueco y sospeché que se trataba solamente de una manera de preludiar una última expulsión. Y no me equivoqué.

Pace. It’s all a matter of pace, Samuel”, murmuró sin mirarlo a los ojos Mr. Black. “Tus alumnos dicen claramente que te falta ritmo y que tus clases son aburridas. Lo lamento muchísimo, pero no puedes ser parte de nuestro equipo”.

Samuel, de la edad de mi padre, se paró y le dijo que tenía razón: “Siempre fui un aburrido. Por eso me dejó mi mujer y por eso no tengo muchos amigos. No creo que a esta altura del partido pueda cambiarlo, pero tampoco quiero ver cómo mis alumnos se duermen en mis clases”. Se acercó a Mr. Black, le estrechó la mano y antes de salir se dio media vuelta y cual gentleman nos lanzó un “It’s been a pleasure” que todavía resuena en mis oídos.

Tuve que concentrarme mucho para no dejar escapar un par de lágrimas. La situación era extremadamente patética, y aunque ahora Mr. Black vociferaba sus felicitaciones para Sharon y para mí por haber sido seleccionadas, mi mente estaba con Samuel y su alma de perdedor.

Me costó reaccionar y entender que tenía una plaza en una de las academias más prestigiosas de Madrid. Y que había superado a la mayoría a pesar de que el inglés no era mi lengua materna. Mr. Black nos dijo que pronto traerían los contratos y que mientras tanto íbamos a terminar con las últimas unidades de nuestra formación.

Ya llevábamos más de media hora escuchándo a Mr. Black hablar sobre las diferentes maneras de enseñar Public Speaking, cuando un timbre de teléfono móvil lo interrumpió. La musiquilla era claramente tediosa, pero por lo menos no era el chirrido desagradable de mi aparato celular. Mr. Black miró fijamente a Sharon, que tardó un poco en reaccionar antes de encontrar su teléfono en el fondo de su bolso y contestarlo con un “Can’t now. Call you later”.

La más que tensa situación fue paralizada por la secretaria que irrumpió en el aula con unos papeles en la mano. “Aquí están los dos contratos, Mr. Black”, susurró sensualmente mientras los apoyaba sobre el pupitre.

“Déjame solo uno, por favor”, ordenó Mr. Black clavando su mirada en Sharon, “el otro no hará falta”.

La secretaria obedeció y se fue sin cerrar la puerta tras de sí, como si hubiera adivinado lo que iba a acontecer. Mr. Black y Sharon mantuvieron un duelo de miradas silencioso hasta que por fin él masculló: “Contestar al móvil! I-nad-mi-si-ble.”

Sharon no dijo ni pio. Guardo su teléfono color Barbie en su cartera de marca, recogió sus libros y se fue sin más.

Mr. Black cerró la puerta, me acercó el contrato y chilló Sign!”, cual militar. Y así fue como quedé atrapada en las garras de Star Services...

Winner or Loser?

Thursday, 26 June 2008

Estrellada (Jueves - 4a parte)

Nadie hizo ningún comentario alusivo al incidente del día anterior. Quedábamos cuatro y en los quince minutos antes de empezar con la formación, estuvimos charlando acerca de si valía la pena o no continuar con esto.

Sharon, una americana de mi edad opinaba que sí, que ya habíamos superado demasiadas cosas como para tirarlo todo por la ventana. Samuel, un escosés de unos cincuenta y largos, nos confesó que él seguiría hasta la muerte ya que deseaba con todas sus fuerzas que le asignasen un puesto de profe en Santander, donde se encontraban su hija trabajando desde hace dos años. Mary-Anne, una joven de Liverpool, reconoció que estaba bastante desmotivada y que le había costado mucho levantarse de la cama esa mañana. Yo no dije nada, pero admito que en ese momento tenía más ganas de salir corriendo que de otra cosa.

Para nuestra sorpresa Mr. Black apareció acompañado por un tejano calvo de ojos azules que se presentó como Mr. Robert Star, el dueño y creador de Star Services. Nos habló de su filosofía de vida durante dos horas, y otra más sobre la genialidad del método que él mismo había ideado. Nos dijo que el viernes darían a conocer los nombres de los elegidos, que podíamos ser todos seleccionados como ninguno: “Ya saben que en Star Services nos quedamos solo con los que son excelentes”.

Sharon levantó la mano y le preguntó si él realmente creía que todos los profesores de su plantilla eran sobresalientes. Que cómo hacía Star Services para mantener la calidad de su staff.

“Nos basamos en un constante proceso de evaluación por parte de los clientes. Si alguno de nuestros profesores tiene un promedio menor que cinco –el máximo siendo seis-, sabe que no podrá continuar trabajando con nosotros”

“Y no le parece un poco soberbio el modus operandi de su empresa? Piensa que sus profesores son felices trabajando con miedo?”

Mary-Anne había pronunciado las exactas palabras que mi cobardía nunca me hubiese dejado vocalizar. Mr. Star, perplejo, no pudo contestar.

“No se preocupe, Mr. Star, no me responda”, le dijo Mary-Anne mientras se ponía de pie y levantaba su bolso, “No me interesa lo que tenga que decirme. Me voy: no quiero trabajar para un cerdo tejano como usted”. Y se fue.

Por un momento pensé en ponerme de pie y seguirla, al grito de “O Captain! My Captain!”. Pero no me respondieron las piernas ni la voz, y tuve que abandonar la tentación de interpretar la escenita de “Dead Poets Society” y dejarla en stand-by para otra vida.

Wednesday, 25 June 2008

Estrellada (Miércoles - 3a parte)



Con una mezcla de sensaciones (entre orgullo de sobreviviente y vergüenza ajena), los seis restantes estábamos bastante sorprendidos de ver que Mr. Black tenía más de veinte minutos de retraso. Nos miramos extrañados y alguno dejó escapar “no prodiga con el ejemplo” justo cuando una secretaria entró en la sala con una pila de libros. Los apoyó sobre el escritorio y comentó que hoy empezaríamos a trabajar con el material original de Star Services.

Fue la primera vez que pudimos sociabilizar un poco y nos contamos los unos a los otros qué tal nos había ido el martes por la tarde con nuestros propios alumnos. La mayoría estábamos inseguros y bastante perdidos, pero Rachel dijo que no debíamos angustiarnos porque no servía de nada.

Five”, se me escapó en voz alta mirando hacia el escritorio, “la secretaria trajo solo cinco libros y somos seis candidatos!”

Shut up!”, me gritó Rachel, “no estás siendo optimista y quizás sea un error”.

Sandra, una gordita cuarentona con toda la pinta de solterona comenzó a hamacarse en su silla y a rascarse la mano enseñadamente mientras aullaba “Fuck! We are fucked!

“No digas la ‘F word’!”, la retó Rachel, “te pueden escuchar y quizás te echan por maleducada”.

Mr. Black se asomó por la puerta y tras pedir disculpas por el retraso soltó: “May I have a word with you, Rachel?”.

Rachel obedeció y volvió 30 segundos después, llorando a mares antes de rescatar su bolso y salir del aula no sin antes advertirnos: “Creo que tienen cámaras en las aulas donde damos clases por las tardes”.

La mañana transcurrió sin mucha que otra novedad. Pero por la tarde, mientras estábamos dando clases a nuestros alumnos-espías, vigilados tal vez por cámaras ocultas, algo inesperado sucedió.

De una de las aulas comenzaron a escucharse golpes y aullidos, que continuaron por unos largos minutos hasta que por fin quien escribe estas líneas decidió interrumpir su propia clase para ver qué estaba aconteciendo. Cuando salí al pasillo, vi que los otros candidatos también estaban expectantes en las puertas de sus respectivas aulas, con sus alumnos asomándose para ver qué pasaba. Pero nadie se atrevía a dejar su puesto. Me dirigí hacia donde parecía ser la fuente del barullo, y cuando abrí la puerta me encontré a Sandra dándose la cabeza contra la pared frente a sus alumnos completamente desencajados. Entre sollozos y alaridos dejaba escapar frases tales como “I don't like Big Brother!”, “Esto no está bien” y “I can’t take it any more”. Y por supuesto la “F-word” que pronunciaba antes de cada espasmo.

La escenita terminó con una intervención de los servicios de seguridad del edificio. Y evidentemente, Sandra no volvió al día siguiente.

Tuesday, 24 June 2008

Estrellada (Martes - 2a parte)


Cuando llegamos el martes por la mañana, Mr. Black nos recibió con los feedbacks de los alumnos en la mano. Los leyó uno por uno, señalando las cosas que debíamos evitar volver a hacer. Dijo sorprendido que todos habíamos tenido bastante buen score, y que solo uno de nosotros había tenido pésimo resultado.

Eran las 9.30 de la mañana y las ojeras de todos nosotros, pobres candidatos, evidenciaban poco sueño probablemente debido a la cantidad de assignments que Mr. Black nos había dado para hacer. Por supuesto, quien no cumplía con la entrega diaria de estos deberes, quedaba automáticamente despedido.

En eso se escucharon unos golpecitos en la puerta, y cuando se abrió se asomó Claire, una lunga anoréxica de Oxford que había estado entre nosotros el día anterior. Pidió perdón antes de entrar y le explicó a Mr. Black que había encontrado un piso –hasta ese momento estaba alojada en un hotel, como la gran mayoría- y que había tenido que mudar todas sus pertenencias esa misma mañana a las 7 y que por eso llegaba un poquito tarde. Avanzó hasta la única silla libre de las ocho que quedaban, pero justo cuando se estaba por sentar Mr. Black gritó: “ Don’t!”.

Como si el mismo grito hubiese sido un hechizo para petrificarla, Claire quedó congelada, encorvada con el culo en el aire.

“Los que no pueden respetar la puntualidad, no son bienvenidos aquí. Llegar tarde a dar clase puede significar perder al cliente. Y no queremos que eso pase…O sí?” – añadió, con una sonrisita irónica. “Puedes retirarte. Ya no formas parte de este proceso de selección.”

Claire se fue sin protestar y apenas nos lanzó un “good luck” antes de evaporarse por la puerta. Mr. Black continuó como si nada, recogiendo los assignments del día. Una vez que los tuvo todos en sus manos, les hecho una ojeada rápida. Se detuvo con el ceño fruncido en uno que estaba escrito a mano.

“Martin? Esto es todo lo que tienes? O te has olvidado de darme la segunda parte?”

El susodicho se puso de pie, y en un inglés muy californiano, confesó que no había entendido la segunda consigna.

Rubbish!”, puteó Mr. Black, “No puedo tolerar excusas de niño de primaria: recoge tus cosas y sal de aquí. Y hazme el favor de sacar tu silla y la de Claire de la sala. Ya no serán ocupadas por nadie.”

Monday, 23 June 2008

Estrellada (Lunes - 1a parte)



El proceso de selección iba a ser cruel, ya nos lo habían advertido. Estos individuos se jactaban de tener una de las mejores academias de idiomas de España y no se cansaban de repetir que solo se quedarían con los que fueran excelentes: en Star Services no había lugar para los mediocremente buenos.

Y como la paga era más que digna, decidí quedarme al training-selección de una semana de duración a través del cual nos formarían para aprender la metodología de enseñanza única de Star Services. Qué podía perder yo, única hispanohablante, en una competencia con nueve English- native-speakers por un puesto de profesor de inglés?

El lunes a las 9 de la mañana comenzamos con un poco de teoría sobre el método Star, y luego nos dieron una explicación de cómo funcionarían las cosas si llegábamos a formar parte de su staff. Entre otros detalles, nos comentaron que algunas clases empezaban a las 7 de la mañana y que siempre teníamos que estar on call por si surgía alguna lesson de emergencia.

A mi izquierda Jack, un irlandés de veintipocos, levantó la mano con cara de angustiado y preguntó que qué pasaba si te llamaban para dar un curso y vos te encontrabas tomando unos tragos por ahí.

Mr. Black, nuestro capacitador le contestó mirándolo a los ojos: “Esa pregunta esta fuera de lugar. Y aprovecho la oportunidad para recordarte que el dress code de este training es business casual: ni tus jeans ni tus zapatillas serán aceptados por Star Services. Ah, y ya puedes abrocharte los últimos botones de la camisa, que no estamos en ninguna discoteca”.

Jack obedeció, ocultando por fin su pecho desnudo, y no volvió a abrir la boca en lo que quedaba del bloque. Después del recreo nunca más volvió.

Si se fue o lo fueron, es algo que nunca supimos. “De todas maneras era un desubicado”-acotó una sudafricana llamada Rachel, con aires de superada- “esa pregunta no se hace!”.

Mr Black volvió con cara seria, sin hacer comentario alguno sobre la única silla vacía del aula. “Esta tarde comenzarán a dar clases. Tendrán que dar cuatro lessons de una hora cada una, una atrás de la otra, pero no sabrán ni el nivel ni la cantidad de alumnos hasta que entren en la sala. Luego serán evaluados por estos alumnos –por supuesto, algunos son espías- en una escala del 1 al 6. El que tenga un promedio de menos de 5 estará descartado automáticamente y nos abandonará sin más…Any questions?”

Phil, un negro londinense super guapo levantó la mano y dijo que él no sabía que ya teníamos que empezar a dar clases esa misma tarde y que la verdad es que no se sentía “emotionally prepared” para hacerlo, si por favor Mr Black podría darle un consejo.

“Claro que sí”, dijo sonriente Mr Black, “coge tus cosas, levántate y vete. Y no vuelvas: en Star Services no somos amigos de los cobardes”.

Phil intentó explicarle, tartamudeando, que lamentaba si lo había entendido mal, que él no había querido decir eso, solo que nunca antes había enseñado y que estaba nervioso.

Now!” gritó Mr. Black, abriendo la puerta mientras Phil recogía sus pertenencias con la cabeza gacha y se iba sin darse la vuelta.

Anyone else?” , preguntó Mr. Black, mirándonos a los ojos uno por uno. Obviamente, nadie le contestó…

Friday, 20 June 2008

Habría que matarlos a todos





Por qué cada vez que tomo un metro en la zona norte de Madrid hay algún imbécil con pésimo gusto musical que piensa que el resto de los pasajeros desea escuchar también la misma mierda que él? O es que solo quieren hacer alarde de su MP3 con altavoces incorporados que le compró la mami sacrificando medio sueldo de empleada de supermercado?

“Disculpame, te podrías poner los auriculares que nos estás contaminando?”

Sepan que si un día aparezco golpeada hasta la muerte en las vías de la línea 10, el sospechoso a buscar tiene gorrito de rapero, cadenita dorada (pero no de oro), y se pasea –por supuesto- escuchando reggaeton a todo volumen.

Sunday, 15 June 2008

Suffragette



Fueron las primeras lágrimas auténticamente feministas que recuerdo haber generado. Lágrimas llenas de bronca y de impotencia.

Porque yo sé que mi CV no es “guau - se -me -caen - los - pantalones - con - esta - piba,- contratala - ya”.

No.

No figura ningún nombre rimbombante, ni Harvard ni Oxford, y mi experiencia profesional no es mucha ni avalada por ninguna multinacional.

Pero aun así, creo tener un curriculum digno, con diez años de estudios en 4 países distintos, una licenciatura y un máster. Y además hablo tres idiomas y medio.

Ahora, por qué, digo yo, a una mujer con semejante CV le ofrecen una fortuna en salario para atender el teléfono en tres lenguas? Por qué me ponen cara de loca cuando rechazo convertirme en secretaria trilingüe? Por qué se creen que debería estar agradecida en lugar de sentirme humillada?

A un hombre con el mismo CV y la misma edad JAMAS le ofrecerían un puesto como este.

Impensable.

Una falta de respeto absoluta.

En cualquier momento mando una carta a Para Ti o a la Cosmo. No veo otra manera de calmar mi enojo.