
Wednesday, 30 July 2008
Monday, 21 July 2008
Calamity Jane
“No vas a hacer un escándalo por esto?!”, se inquietaba J mientras yo descargaba toda mi bronca rellenando la hoja de reclamaciones. Hace seis años que habíamos dejado de ser amigos y lo estábamos celebrando tan románticamente en el Parador de Cuenca, un hotel cuatro estrellas emplazado en un edificio histórico de estilo.
“Escándalo, no…pero dejarlo pasar tampoco!”, le contesté, mientras escribía las palabras compensación económica, arriesgándome a que se me acusara de estar tramando una argentinada.
Hacía 36 grados a la sombra y la suerte quiso que Milky Girl festejara su apasionado aniversario en una habitación con el aire acondicionado averiado. Sudada como un cerdo y lamentándome toda la noche con quejidos tales como “para transpirar así me quedaba en casa que me salía gratis”, pasé las horas de sueño acumulando furias mientras espantaba las moscas que entraban por la ventana abierta por mi desesperado marido, ávido por encontrar un poco de aire fresco que pudiera callar a su querida esposa.
Escondiendo mis ojeras de insomnio tras las gafas de sol, bajé por la mañana con todos los aires de diva, dispuesta a enfrentarme al recepcionista. “Esta carta va directo a la Junta de Castilla-La Mancha” le lancé amenazante, sacudiendo la hoja de reclamaciones en sus narices. “Y esta otra va para su director general, a quien me gustaría entregársela en mano”, agregué cocorita, mostrándole una carta manuscrita que acompañaba el típico ‘formulario de sugerencias’ del hotel, que luego de una tachadura rabiosa hecha a mano se había convertido en ‘formulario de QUEJAS’.
“Qué vergüenza”, musitó J que observaba la escenita a lo lejos, antes de agarrarme por el brazo y llevarme a la infernal habitación para recoger nuestras cosas e irnos. Yo, con la cabeza bien alta, pensaba en mi madre y lo orgullosa que estaría...J seguramente se maldecía por haber esposado una desquiciada.
Cuando volvimos al mostrador para hacer el check-out, nos esperaba un cincuentón muy elegante que nos estrechó las manos y nos mostró su impecable sonrisa antes de rogarnos que no enviáramos esa carta a la Junta. “Si me dais vuestra hoja de reclamación, nosotros podríamos compensarles con una noche gratis en cualquier Parador de España, dónde y cuándo os apetezca”, soltó por fin luego de dar algunas vueltas.
Adivinen a dónde vamos el finde que viene?
Sunday, 13 July 2008
Mother Nature laughs around
Muchas veces me pregunté por qué la Naturaleza nos castigó asignándonos estos cuerpos sufridos. Padecemos las reglas, los dolores de ovarios, la caída libre de las carnes a partir de los treinta, los efectos secundarios del embarazo, la “hermosa” experiencia desgarradora del parto, las tetas lechosas de la lactancia, la maldita menopausia...
Nos humilla sin piedad.
Y de sabia, nada.
Pero les aseguro que por lo menos es justa: a los hombres les dio medio cerebro menos.
Comprobadísimo.
Tuesday, 8 July 2008
Desayunate una polilla
Tuesday, 1 July 2008
Petit Four
Lo mejor de trabajar todo el día en la universidad es que -con la suerte que me caracteriza- me asignaron un aula que es más chica que mi baño, con un gran ventanal al frente por el cual irrumpe el sol constantemente.
Monday, 30 June 2008
Invaders
Él viene caminando con dos bolsas de supermercado repletas en la mano. Viste bermudas y una remera demasiado canchera para sus cuarenta y pico años. Pasa por delante de una tienda de estas que venden de todo un poco y que típicamente son atendidas por chinos. En la puerta, por supuesto, se encuentra de pie un asiático vigilando la entrada.
El cuarentón se detiene en cuanto lo ve, se le planta en frente, deja por un instante sus bolsas con la compra semanal en el suelo, lo mira directamente a los ojos y le grita: “Me cago en todos los invasores y en los pueblos que los consienten!”.
Acto seguido recoge sus bolsas y sigue su camino…
Friday, 27 June 2008
Estrellada (Viernes - Ultima parte)

Los nervios me carcomían el estómago y la panza me hacía ruido. Samuel tenía la frente sudada y se mordisqueaba las uñas. Sharon envíaba frenéticamente mensajitos desde su móvil rosita.
Mr. Black llegó y saludó a su petit comité con una gran sonrisa. Nos felicitó por haber llegado hasta el último día y dijo que cualquier cosa que pasara en adelante no debería desmoralizarnos ya que él estaba muy orgulloso de todos nosotros.
“Pace. It’s all a matter of pace, Samuel”, murmuró sin mirarlo a los ojos Mr. Black. “Tus alumnos dicen claramente que te falta ritmo y que tus clases son aburridas. Lo lamento muchísimo, pero no puedes ser parte de nuestro equipo”.
Samuel, de la edad de mi padre, se paró y le dijo que tenía razón: “Siempre fui un aburrido. Por eso me dejó mi mujer y por eso no tengo muchos amigos. No creo que a esta altura del partido pueda cambiarlo, pero tampoco quiero ver cómo mis alumnos se duermen en mis clases”. Se acercó a Mr. Black, le estrechó la mano y antes de salir se dio media vuelta y cual gentleman nos lanzó un “It’s been a pleasure” que todavía resuena en mis oídos.
Tuve que concentrarme mucho para no dejar escapar un par de lágrimas. La situación era extremadamente patética, y aunque ahora Mr. Black vociferaba sus felicitaciones para Sharon y para mí por haber sido seleccionadas, mi mente estaba con Samuel y su alma de perdedor.
Me costó reaccionar y entender que tenía una plaza en una de las academias más prestigiosas de Madrid. Y que había superado a la mayoría a pesar de que el inglés no era mi lengua materna. Mr. Black nos dijo que pronto traerían los contratos y que mientras tanto íbamos a terminar con las últimas unidades de nuestra formación.
Ya llevábamos más de media hora escuchándo a Mr. Black hablar sobre las diferentes maneras de enseñar Public Speaking, cuando un timbre de teléfono móvil lo interrumpió. La musiquilla era claramente tediosa, pero por lo menos no era el chirrido desagradable de mi aparato celular. Mr. Black miró fijamente a Sharon, que tardó un poco en reaccionar antes de encontrar su teléfono en el fondo de su bolso y contestarlo con un “Can’t now. Call you later”.
La más que tensa situación fue paralizada por la secretaria que irrumpió en el aula con unos papeles en la mano. “Aquí están los dos contratos, Mr. Black”, susurró sensualmente mientras los apoyaba sobre el pupitre.
“Déjame solo uno, por favor”, ordenó Mr. Black clavando su mirada en Sharon, “el otro no hará falta”.
La secretaria obedeció y se fue sin cerrar la puerta tras de sí, como si hubiera adivinado lo que iba a acontecer. Mr. Black y Sharon mantuvieron un duelo de miradas silencioso hasta que por fin él masculló: “Contestar al móvil! I-nad-mi-si-ble.”
Sharon no dijo ni pio. Guardo su teléfono color Barbie en su cartera de marca, recogió sus libros y se fue sin más.
Mr. Black cerró la puerta, me acercó el contrato y chilló “Sign!”, cual militar. Y así fue como quedé atrapada en las garras de Star Services...
Winner or Loser?